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Crítica: Daniele Gatti y la Mahler Chamber Orchestra en Sevilla

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Autor: Álvaro Cabezas
28 de octubre de 2023

Crítica del concierto de Daniele Gatti y la Mahler Chamber Orchestra en el Teatro de la Maestranza de Sevilla

Crítica de Daniele Gatti y la Mahler Chamber Orchestra en Sevilla

Clasicismo y Neoclasicimo = estructura y precisión 

Por Álvaro Cabezas | @AlvaroCabezasG
Sevilla, Teatro de la Maestranza. 26-11-2023. Mahler Chamber Orchestra; Mizuho Yoshii-Smith, oboe; Guilhaume Santana, fagot; Matthew Truscott, violín; Frank-Michael Guthmann, violonchelo; Daniele Gatti, director. Programa: Sinfonía nº 1 en re mayor, Op. 25, Clásica, de Serguéi Prokofiev; Sinfonía concertante en si bemol mayor Op. 84, Hob.I/105, de Joseph Haydn; y Sinfonía en do mayor de Igor Stravinsky.

   El Teatro de la Maestranza inauguró el pasado domingo el ciclo que, a buen seguro, va a traer las mayores alegrías musicales al coliseo sevillano en esta temporada. Se llama Gran Selección y el concierto que dio la Mahler Chamber Orchestra capitaneada por Daniele Gatti (Milán, 1961), sólo es el primero del desfile que grandes formaciones y figuras de la dirección orquestal harán por la ribera del Guadalquivir en los próximos meses. Sin embargo, a pesar de la importancia de la cita, el aforo no estaba completo ni mucho menos. Sí es cierto que, en parte, parecía un público distinto al del abono sinfónico y hasta de las funciones de ópera. Lo digo porque había menos jóvenes que en los primeros y muchos menos sonidos extraños y toses que en las segundas. La concentración, el silencio y los cariñosos aplausos también sorprendieron gratamente. 

Daniele Gatti con la Mahler Chamber Orchestra en Sevilla

   El programa elegido no era nada convencional e, incluso, podría pensarse que resultara poco motivante para una gira emprendida por Barcelona, Sevilla y Valencia, aunque habría que entender que las limitaciones numéricas de esta orquesta y su propio carácter camerístico restringen parte del repertorio sinfónico para actuaciones en vivo. Por conocida no fue baladí interpretar, de esta manera, la Primera sinfonía de Prokofiev, la Clásica o, sería mejor decir, la Neoclásica porque es al estilo galante del último tercio del setecientos al que recurre a placer el compositor ruso. Tan distinta de la mítica interpretación de Celibidache, Gatti propuso una versión rápida, pero perfectamente articulada en todas sus secciones instrumentales y con unos matices inéditos hasta ahora que los músicos seguían con naturalidad y precisión. Las cuerdas resultaron afiladísimas y asombrosas en lo técnico, la flauta escanció una melodía embriagante y delicada, las violas hacían un acompañamiento perfecto y sincronizado de contrapunto. Todo resultó especialmente atractivo. No en balde esta orquesta, fundada por Claudio Abbado –un antecedente del propio Gatti en la práctica de la tradición italiana y en los centros de poder musicales que disfrutó antes (la Scala) y ahora (el Maggio)–, y desarrollada artísticamente por Daniel Harding hasta fechas recientes, fue el sustento y núcleo de la Orquesta del Festival de Lucerna que presumió por Europa en la fase otoñal de Abbado de una excelencia musical pocas veces encontrada fuera de los circuitos y orquestas de grandes capitales.

   El centro del programa del domingo lo ocupaba la Sinfonía concertante de Haydn, encantadora y firme, auténtica y virtuosística, quintaesencia del clasicismo musical, exponente del neoclasicismo de la época en la que fue compuesta. Aún recuerdo cómo la descubrí de la mano de Daniel Barenboim y su Orquesta del Diván en el verano de 2008 en este mismo escenario cuando el director argentino-israelí la propuso como un ejercicio musical para sus jóvenes discípulos –entre los que se encontraba por entonces Lucas Macías como oboe solista–, que sirviera de aperitivo del Acto I de La Valquiria. Lo que pasó con la Mahler Chamber Orchestra y sus solistas fue muy distinto, desde luego: primó lo academicista y hasta lo barroquizante en la parte de violín, instrumento que hizo, en perfecta comunión con el director y el tutti orquestal, unas pausas retóricas del mayor interés. Resultó inconfundible el ánimo y humor de Haydn, su brisa de ánimo trascendente y su posición filosófica entendida en la lógica ilustrada del siglo XVIII.

Daniele Gatti con la Mahler Chamber Orchestra en Sevilla

   La última obra fue la Sinfonía en do mayor de Igor Stravinsky, relativamente desconocida y que sigue, como la comentada de Prokofiev, la senda de la experimentación a través de modelos antiguos y renovados a principios del novecientos, expresando en música lo mismo que, por entonces, se hacía en pintura con el género de los casacones, con la decoración parietal neopompeyana o, en fechas más recientes, con la pittura colta italiana. En cualquier caso, este es también Stravinsky: más allá del vanguardismo desplegado en los ballets de La consagración de la primavera, El pájaro de fuego o Petrushka, aquí, como Picasso, vuelve tras practicar la ruptura estética a los modelos clásicos y lo hace, además, abstrayendo y endiablando la forma hasta conseguir un complejo entramado musical. Pocas orquestas se atreven con ello y de esta manera tan sobresaliente, igual que pocos públicos están preparados para terminar, tan felices, un concierto que principia así un ciclo de venidas de orquestas invitadas que quedará en los anales del Maestranza por su calidad.

Fotografías: Guillermo Mendo

 

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