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Crítica: David Afkham y Frank Peter Zimmermann inauguran la temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España

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Autor: Raúl Chamorro Mena
27 de septiembre de 2023

Crítica del concierto de David Afkham y Frank Peter Zimmermann que abre la temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España

Orquesta Nacional de España

Buen comienzo de temporada

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 24-IX-2023, Auditorio Nacional. Ciclo Sinfónico Orquesta y coro Nacionales de España. Concierto para violín y orquesta, op. 61 (Edward Elgar). Frank Peter Zimmermann, violín. Las campanas-Kolokola (Serguéi Rajmaninov). Anush Hovhannisyan, soprano. Pavel Petrov, tenor. Anatoli Sivko, bajo. Coro y Orquesta Nacionales de España. Director: David Afkham.  

   El primer concierto de la temporada 2023-24 del Coro y Orquesta Nacionales de España bajo la dirección de su titular David Afkham reunía a dos compositores que comparten un intenso postromanticismo en los comienzos del siglo XX. Dos obras que datan de la segunda década del pasado siglo separadas en su creación por apenas tres años. Por un lado, uno de los conciertos más largos y complejos para el solista de toda la tradición violinística y una obra sinfónico-vocal de gran calado y monumentalidad concebida sobre un poema de Edgar Allan Poe y que conecta con la tradición que atesoran las campanas en la música y en el acervo popular ruso.

   El concierto para violín de Edward Elgar, tributario de los de Beethoven y Brahms, comparte con ellos amplias proporciones, larga introducción orquestal con hechuras sinfónicas y una escritura para el solista que mezcla grandiosidad, hondo lirismo y una enorme exigencia virtuosística. Por ello no extraña que el dedicatario de la obra fuera el gran Fritz Kreisler y que un Yehudi Menuhin, de apenas 16 años, realizara en 1932 una grabación referencial y paradigmática bajo la dirección del autor. 

Frank Peter Zimmermann

   Hay que recalcar que el avezado violinista alemán Frank Peter Zimmermann hizo plena justicia a las exigencias de la obra completando una magnífica interpretación. Ya desde el comienzo del primer movimiento pudo apreciarse el sonido sedoso y depurado del Stradivarius que toca el violinista nacido en Duisburgo, así como su primoroso legato, asentada musicalidad, impoluta afinación, juego de dinámicas y expresión siempre noble y elegante. El bellísimo segundo movimiento fue apropiado cauce para la capacidad cantábile de Zimmermann, que bien acompañado por la orquesta, alcanzó bellas cotas de recogido lirismo y tono elegíaco. La gran exigencia virtuosística del concierto -abundantes dobles cuerdas, pasajes vertiginosos, escalas velocísimas, rápidos saltos de cuerda- se exacerba en el tercer movimiento, que permitió a Zimmermann una demostración de profundo virtuosismo desde una patricia sobriedad. La original cadencia del concierto se encuentra en este último movimiento, con un acompañamiento de la cuerda en pizzicato. Después de unos largos trinos, sonó el móvil de algún desalmado rompiendo la magia del momento musical, pero no la concentración de Zimmermann que puso fin con brillantez a su gran interpretación, saludada por el público con justas ovaciones. Faltó algo de articulación y obtener un sonido más mórbido a la, en cualquier caso, solvente dirección de Afkham.

   Los cuatro movimientos de Las campanas recogen diferentes momentos de la vida desde la infancia hasta la muerte. Orquesta y coro Nacionales con su titular al frente y los tres solistas redondearon una brillante interpretación de la pieza.

   El primer capítulo lo conduce el tenor y nos expresa la infancia a través de las campanillas del trineo. El tenor Pavel Petrov, de emisión retrasada y limitada proyección, se mostró un tanto apagado y constantemente tapado por orquesta y coro y un Afkham que tuvo poca piedad del solista. Magnífico el segundo movimiento en el que la Orquesta Nacional, a gran nivel, puso de relieve todo el lirismo envolvente y apasionado, la intensidad romántica de la parte de la vida dedicada a la juventud y el sentimiento amoroso. Buena prestación de la soprano Anush Hovhannisyan, voz bien emitida, timbrada y de respetable presencia sonora, aunque con un registro agudo que no gira, sin remate técnico. Un punto aparatoso dentro de la apabullante grandiosidad el tercer capítulo. El tono terrorífico y amenazador de la pieza fue subrayado por la orquesta y especialmente por la sobresaliente prestación del coro Nacional -dirigido por Miguel Ángel García Cañamero, absolutamente abrumador. El último movimiento, dedicado a la muerte, comenzó con el canto fúnebre impecablemente delineado por Afkham y la orquesta, así como una prestación espléndida del corno ingles de José María Ferrero de la Asunción. Destacable el barítono, que no bajo, Anatoli Sivko, débil en la franja grave, pero que, muy entregado, acreditó los acentos más intensos e incisivos del terceto vocal. Las ovaciones de un público entusiasmado recibieron una interpretación notable, rutilante, que demuestra que la orquesta y coro Nacionales de España comienzan la nueva temporada con el alto nivel que terminaron la pasada con la octava de Mahler.   

Orquesta Nacional de España
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