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Crítica: «El rey que rabió» de Chapí en el Teatro Campoamor de Oviedo

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Autor: Aurelio M. Seco
9 de abril de 2022

El XXIX Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo programa El rey que rabió de Chapí en el Teatro Campoamor bajo la dirección escénica de Bárbara Lluch y musical de Virginia Martínez

«El rey que rabió» del Teatro Campoamor de Oviedo

Chapí no, ¡chapó!

Por Aurelio M. Seco | @AurelioSeco
Oviedo, 7-IV-2022. XXIX Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo. Teatro Campoamor. El rey que rabió de Chapí. Jorge Rodríguez-Norton, Sofía Esparza, David Menéndez, José Manuel Zapata, Manuel de Diego, Igor Peral, Abraham García, Alberto Frías, Sandro Cordero, Carlos Mesa, María José Suárez, Janeth Zúñiga, Roca Suárez, Mireia Martínez, Javier Gallardo, Jofre Carabén. Dirección de escena: Bárbara Lluch. Dirección musical: Virginia Martínez.

   El tiempo pasa pero el nombre de Luis G. Iberni permanece. Iberni sería hoy, como lo fue en vida, una de las grandes personalidades del mundo de la música. Las Jornadas de Piano de Oviedo, que fundó, llevan su nombre para rendirle homenaje, pero la inteligencia de Luis fue más allá de su labor gestora o de crítico. Como musicólogo, el libro de referencia sobre Chapí sigue siendo el suyo. Donde Iberni ponía el ojo encontraba talento. No sé si, como decía Iberni, Chapí es el más importante sinfonista español del siglo XIX, pero estamos ante un músico genial, de una vena melódica magnética en la que no sobra nada, de un sentido del humor, refinamiento y enjundia orquestal como pocos hemos tenido en nuestro país. Hay que programar más la obra de Chapí.

Sofía Esparza y Jorge Rodríguez-Norton en «El rey que rabió» del Teatro Campoamor de Oviedo

   El Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo ha tenido el acierto de poner en escena la producción de El rey que rabió de Bárbara Lluch, estrenada en junio del año pasado en el Teatro de la Zarzuela con éxito. Es un trabajo luminoso, inteligente y divertido, fruto de un gran talento. Lluch diseña una especie de preciosa fábula irreal en un país de las maravillas, mostrándonos algunos personajes y objetos distorsionados, a personajes fantásticos, y a Rosa, un poco como Alicia. Todo, absolutamente todo nos sedujo sobre el escenario. El vestuario de Clara Peluffo Valentini, que supo mezclar el atractivo estético con la fantasía y el humor inteligente (qué simpática la capa enrollada del Rey), la elegante y apropiada escenografía de Juan Guillermo Nova y la deliciosa iluminación de Vinicio Cheli y David Hortelano funcionaron como un todo homogéneo. Hay en esta producción una obvia grandeza de espíritu, que bebe de varias fuentes encontrando su propia forma de ser. Nos encandiló la perspectiva estética de Bárbara Lluch, profundamente humana, por estar alejada de las cutres ideologías y utopías lisonjeras con el poder que hoy tanto abundan. El teatro crítico hoy ya no existe. Murió en Oviedo en 1764 y ya sólo queda de él una celda benedictina un tanto teatralizada. Sin embargo, parece que Lluch se ha dado cuenta de algo que Emilio Sagi sabe hace años. Que cuando el arte pretende salvar a la sociedad únicamente consigue poner en evidencia la ingenuidad del artista. ¡Pintor, calla y pinta! ¡Director, dirige y calla! Fue una función redonda, que encumbra a Bárbara Lluch con su elocuente, divertido y profundo mensaje y la introduce de golpe por la puerta grande en el Olimpo de nuestros mejores directores de escena. Por fin un nombre al que aferrarse. Esperemos no empiece a perderse en los perturbadores mares del presente.

«El rey que rabió» de Chapí en el Teatro Campoamor de Oviedo

   El reparto fue otro de los grandes alicientes de la noche, haciendo todavía mejor la preciosa propuesta de Lluch. Jorge Rodríguez-Norton, tenor bayreuthiano que ha hecho historia por convertirse en el tercer español [también lo hicieron Victoria de los Ángeles y Plácido Domingo] en cantar en el santuario de Wagner, encarnó a El Rey con grandes virtudes, cantando y actuando, con una voz realmente especial y muy personal y un gusto interpretativo cálido, encantador y sustancioso, en el que se echa en falta una mayor seguridad en los agudos. Rodríguez-Norton lo hizo muy bien, pero quien más brilló fue Sofía Esparza, que iluminó la función desde que pisó el escenario. Es sorprendente la madurez escénica y vocal a la que ha llegado esta artista, dotada de un don para cautivar cantando y actuando. Fue preciosa, realmente hipnótica, su manera de hacer el aria «Yo que siempre de los hombres me burlé». Su forma de relatar el fragmento, de una dulzura hechizante, fue lo más importante de la velada a nivel vocal. Una Rosa cautivadora, de maravillas, puede que en los próximos años incluso canónica para el personaje.

   David Menéndez estuvo soberbio como El General, muy simpático además en un papel que va perfecto para su voz y grandes cualidades actorales. Junto a Esparza sobresalió el trabajo descomunal de José Manuel Zapata, artista admirable, de los más grandes sobre las tablas, que ha sabido transformarse con fulgor mediático. Es emocionante observar su genial vis cómica y preciosa manera de entender el arte de la interpretación. Monumental recreación de Alberto Frías como El Capitán, toda una revelación por sus enormes cualidades de actor. Qué delicia su actuación. Manuel de Diego, Igor Peral y Abraham García estuvieron notables en sus caracterizaciones de El Almirante, El Intendente y El Gobernador, destacando García por su enorme carisma y saber hacer escénico. Apropiados la María de María José Suárez y el Juan de Sandro Cordero. Fue preciosa y divertidísima la «escena del perro», magistralmente llevada por el titiritero Jofre Carabén. Realmente especial y muy acorde a la producción el Paje de Janeth Zúñiga. Bien el Alcalde de Carlos Mesa y el resto del reparto, y magnífico el Coro Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo», cantando algo mejor las mujeres que los hombres. Dirigió a la Oviedo Filarmonía la española Virginia Martínez, que ofreció una versión diligente, de estilo liviano pero muy agradable de oír. Hay una pulcritud y orden estimables en la manera de trabajar de esta directora. Y aunque se eche en falta una mayor tensión sonora, riesgo y una conexión más actualista en su manera de poner en sonido la partitura, la función se disfrutó dentro de una preciosa sensación de serenidad.

Fotos: Alfonso Suárez

«El rey que rabió» de Chapí en el Teatro Campoamor de Oviedo
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