Crítica del concierto ofrecido por la Sinfónica de Londres en Ibermúsica, bajo la dirección musical de Gustavo Dudamel
Exuberante
Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 12-V-2025, Auditorio Nacional. Ciclo Ibermúsica. Concierto extraordinario. Don Juan, Op. 20. (Richard Strauss). Scheherezade, ciclo de canciones (Maurice Ravel). Marina Rebeka, soprano. Rapsodia Española (Maurice Ravel). El Caballero de la Rosa, suite orquestal (Richard Strauss). Orquesta Sinfónica de Londres. Director: Gustavo Dudamel.
Broche radiante, con una sala llena y éxito clamoroso, a la brillantísima temporada 2024-25 del ciclo Ibermúsica, el que supuso este concierto extraordinario protagonizado por la magnífica London Symphony Orchestra, formación asidua del ciclo, que comparecía esta ocasión con el venezolano Gustavo Dudamel al frente.
El programa reunía a dos de los más excelsos orquestadores de la historia de la música, Richard Strauss y Maurice Ravel, cuya opulencia tímbrica y riqueza sonora fue indudablemente expuesta por orquesta y batuta.
El tercer poema sinfónico de Richard Strauss trata un mito como el de Don Juan, frecuentado profusamente en las más variadas manifestaciones artísticas. Basado en el poema de Nikolas Lenau, -que consagra un héroe apasionado e idealista que busca la mujer perfecta- arranca con el famoso tema ascendente que evoca la vitalidad e ímpetu juvenil del héroe, que resultó brillante, intenso, esplendoroso por parte de Dudamel –siempre animado y comunicativo -y la orquesta. Posteriormente, el oboe expuso magníficamente, con todo su hermoso lirismo, el tema del ideal amoroso del héroe y rutilantes resultaron también las trompas en el tema de Don Juan. Todo ello fue buena muestra, si bien faltó un punto de transparencia, de la capacidad de Dudamel y la orquesta –vigorosa, exuberante- para poner de relieve todos los hallazgos, efectos sonoros y suntuoso colorido de la orquestación Straussiana.
No faltaron los nuances, el supremo y primoroso refinamiento tímbrico, la delicadeza y perfume tan franceses en las tres canciones de Scheherezade de Maurice Ravel. Sin embargo, la tesitura, predominantemente central no permitió lucir a la soprano Marina Rebeka todas sus armas, si bien su canto resultó impecable por estilo y cuidado fraseo. Destacó la primera melodie, la hermosísima Asia.
El entusiasmo, elocuencia y vivacidad de Dudamel, junto al esplendoroso sonido de la orquesta, encauzaron una Rapsodia española de notable nivel en la que el misterio y la sensualidad, el impulso rítimico – de la Malagueña- y la filigrana tímbrica –excelsas las maderas-, de los tres primeros movimientos dieron paso a una flamígera Feria. Un broche en punta que levantó las ovaciones del público.
El gesto exuberante del mediático y talentoso músico venezolano perfiló la tan vibrante como suntuosa orquestalmente introducción de la ópera El caballero de la rosa (Dresde, 1911), magistral creación de Richard Strauss. El bávaro, con problemas económicos tras la segunda guerra Mundial, sancionó la publicación en 1945 de una suite previsiblemente pergeñada por el director Artur Rodzinsky. La pieza no sigue la secuencia de los tres actos y, además de la grandiosa introducción y la sublime música de la entrega de la rosa de plata, se centra en los valses, repitiéndose como final de efecto, el de la conclusión del segundo acto, cuando el Barón Ochs entona “Ohne mich, ohne mich jeder Tad dis zu bang” -“Sin mí cada día es demasiado duro para ti”-.
Opulencia sonora de la London Symphony combinada con alguna filigrana camerística, contrastes dinámicos y pulso incandescente, capitaneado todo por la batuta plena de elocuencia, entusiasmo y pulso de Gustavo Dudamel se sumaron en una interpretación de indudables brillantez y efecto, que obtuvo cerradas ovaciones del público y selló, por tanto, de manera rutilante, la temporada 2024-2025 del magnífico ciclo Ibermúsica.
Fotos: Rafa Martín / Ibermúsica
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