Crítica de Agustín Achúcarro del concierto de la Sinfónica de Castilla y León dirigida por Marc Albrect y con el trompista Radovan Vlatković como solista
Más forma que fondo
Por Agustín Achúcarro
Valladolid. 5-XII-2025. Auditorio de Valladolid, Sala Jesús López Cobos. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Obras: Frontispiece de Unsuk Chin, Concierto para trompa n°2 en mi bemol mayor, K. 417 de Mozart y la Sinfonía n° 1 en do menor, op. 68 de Brahms. Solista: Radovan Vlatković, trompa. Director: Marc Albrect.
Empezar con una obra de Unsuk Chin es una garantía. En su Frontispiece refleja un universo sonoro lleno de sugerencias. La obra muestra la manera de la compositora de condensar muchos estilos, partiendo del protagonismo de lo atonal, en base al timbre y la rítmica, para seguir con una expresividad fundamentalmente tonal, en donde destaca una inmensa paleta de colores. Y ese mundo sonoro, tan personal de Chin, quedó bien captado por la orquesta y el director. El programa de mano recoge las propias palabras de la compositora sobre esta obra: «es una especie de resumen de la historia de la música donde se evocan ciertos aspectos de varias obras sinfónicas clave de diferentes épocas, y se les da nueva forma al permitir que interactúen y se comenten entre sí».
El resto del concierto no acabó de cuajar, aunque en las interpretaciones siempre hubiera algo interesante. En el caso del Concierto para trompa n°2 en mi bemol mayor de Mozart se impuso la calidad del solista Radovan Vlatković. El trompa dio un recital de fraseo, con un sonido puro, capaz de modelar la melodía y captar la chispa de la partitura. Algo que no se hizo de la misma manera por parte de la dirección de Marc Albrecht. Éste estuvo más enfocado en la concertación y en el esteticismo del sonido, que en dinamizarlo y jugar con ciertos contrastes, lo que produjo una versión algo plana, poco chispeante, sin seguir al solista ante ciertos toques de humor. El éxito del trompa llevó a que ofreciera una obra fuera de programa con los compañeros de sección, sobre temas navideños. Vlatković sustituyó al inicialmente previsto José Miguel Asensi, que estaba enfermo.
Lo mismo que pasó en la obra de Mozart, sucedió en la Sinfonía n°1 de Brahms, en la que se tendió a una versión bastante carente de densidad sonora, de diversidad en la coloración y los matices. En el primer movimiento, con ese poco sostenuto que expone ideas, el director pudo remarcarlo más, de la misma forma que pudo subrayar la energía vital que desprende el Allegro. Posiblemente, en el segundo tiempo se escucho lo más reseñable de la obra, por el lirismo alcanzado en momentos como el solo de violín o el juego entre las maderas. En el último tiempo, faltó mayor dramatismo. El tema de la trompa sonó hermoso en la versión de la OSCyL. El bríoso final se sustenta en algo más que acelerar el tempo y hacer crecer el volumen. No es menos cierto, que los aspectos más formales estuvieron muy cuidados, así como el balance entre secciones. Muy bien llevadas las intervenciones de los solistas.
Foto: OSCyL
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