CODALARIO, la Revista de Música Clásica
Está viendo:

Crítica: Masaaki Suzuki, Jean-Guihen Queyras y la Philarmonia Orchestra en Ibermúsica

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp
Autor: Raúl Chamorro Mena
24 de abril de 2024

Crítica de Raúl Chamorro Mena del concierto dirigido por Masaaki Suzuki, al frente de la Philarmonia Orchestra en Ibermúsica, con  Jean-Guihen Queyras como solista

Masaaki Suzuki y la Philarmonia Orchestra  en Ibermúsica

Triunfo de Suzuki en repertorio romántico

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 23-IV-2024. Auditorio Nacional. Ciclo Ibermúsica. Obertura Egmont, op. 84 (Ludwig van Beethoven). Concierto para violonchelo, op. 129 (Robert Schumann). Jean-Guihen Queyras, violonchelo. Sinfonía núm. 6, op. 60 (Antonín Dvorák). Philarmonia Orchestra. Director: Masaaki Suzuki. 

   Nada menos que 104 conciertos ha ofrecido la Philarmonia Orchestra en el ciclo Ibermúsica, con lo que la agrupación fundada en 1945 por el mítico productor discográfico de la EMI, Walter Legge, es una de las más habituales del ciclo. 

   Un recorrido por repertorio del siglo XIX planteaba el programa, bajo la dirección de un experto en la música del siglo XVIII, Masaaki Suzuki, fundador del Bach Collegium Japan y reconocido intérprete de la obra del Kantor de Santo Tomás. Hay que resaltar, que el japonés, sustituto en este concierto del inicialmente previsto John Elliot Gardiner, demostró ser un notable músico también en el repertorio decimonónico en este su debut con la formación londinense. 

   La fuerza de los primeros acordes de la Obertura Egmont –a destacar la especial rotundidad de la cuerda grave con siete contrabajos situados a la izquierda- encarnó apropiadamente la fuerza dramática de la pieza que ejerce como pórtico a la música incidental compuesta por Beethoven para la tragedia de Goethe. Una interpretación bien planificada, con la adecuada progresión hacia el vibrante clímax conclusivo por parte de Suzuki y la estupenda orquesta londinense. 

Masaaki Suzuki y la Philarmonia Orchestra  en Ibermúsica

   El francés Jean-Guihen Queyras se midió con el concierto de Schumann, una de las obras concertantes más emblemáticas para el violonchelo y, por tanto, resultó adecuado vehículo para demostrar su gran técnica y hermoso sonido, caudaloso y pulidísimo. El concierto, que se desarrolla en tres movimientos, que transcurren sin solución de continuidad, fue desgranado con un fraseo musical y de gran autoridad por parte de Queyras, pero un tanto escolástico, falto de un punto de fuerza expresiva y comunicatividad. Predominaron, efectivamente, el carácter majestuoso, el empaque musical y la factura técnica, sobre los contrastes. El chelista francés dialogó atentísimo con los instrumentos de la orquesta y se enfrentó con la seguridad que le confiere su excelente técnica a la exigente cadencia del tercer movimiento, que fue expuesta de forma deslumbrante, pero con la sensación de hacerlo desde una distanciada atalaya profesoral. Impecable, mórbido y cuidadoso el acompañamiento de Suzuki y la Philarmonia Orchestra. Doble propina ofreció Queyras, anunciada por el propio artista. Una pieza popular Ucraniana y de seguido, una muy habitual, el preludio de la Suite nº 1 para violonchelo de Johann Sebastian Bach. 

   La presencia en las salas de concierto de las sinfonías de la 7 a la 9 de Antonìn Dvorák es muy frecuente, pero al contrario sucede con las restantes. Por tanto, es bienvenida la programación de la sexta, en la que el músico bohemio ya demuestra plenamente su vena melódica, dominio de la orquesta y capacidad para integrar en el discurso musical el folklore checo. 

   Suzuki logró una combinación de capacidad organizativa, limpias texturas, espléndidos colores y aquilatado sonido orquestal, además de brioso pulso. Ejemplo de ello fue la incandescente Furiant del tercer movimiento, en el que no sólo expresó con energía todo el impulso rítmico de la danza folklórica, también el contraste con la parte lenta del referido capítulo. En el primero, el director japonés y la orquesta delinearon apropiadamente y con adecuados acentos los diversos temas con intensidad y una progresión inexorable hacia la coda. En el segundo, tanto las maderas como la cuerda rivalizaron en sentido cantable y tersura. El allegro con spirito final resultó luminoso, pleno de chispa y energía, brillantísimo, con unos metales pletóricos. Magnífica la actuación de la orquesta. 

   Entusiastas ovaciones del público, que recibió como regalo la espléndida Danza eslava «Dumka», Op 72, de Antonín Dvorák.

Fotos: Rafa Martín / Ibermúsica

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp

Compartir

<< volver

Búsqueda en los contenidos de la web

Buscador

Newsletter

Darse alta y baja en el boletín electrónico