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CRÍTICA: LA ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA ESTRENA TEMPORADA CON UNA BRILLANTE VERSIÓN DEL "WAR REQUIEM" DE BRITTEN, BAJO LA DIRECCIÓN DE SEMYON BYCHKOV. Por Raúl Chamorro Mena

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Autor: Raúl Chamorro Mena
30 de septiembre de 2013
  BRILLANTE APERTURA
 
 
WAR REQUIEM opus 66 (Benjamin Britten) Auditorio Nacional de Madrid. 27-9-2013. Timothy Robinson (tenor), David Wilson-Johnson (barítono), Sabina Cvilak (soprano). Coro de RTVE. Escolanía de Segovia de la Fundación Don Juan Borbón. Coro y Orquesta Nacionales de España. Director: Semyon Bychkov



    La Orquesta y Coro Nacionales de España dio comienzo a su nueva temporada 2013-14 -que lleva por título "Viajes lejanos"-, con una obra monumental, complejísima y de muy difícil ejecución, el Réquiem de guerra de Benjamin Britten compuesto para la consagración en 1962 de la nueva Catedral de Coventry, construida al lado de la que fue destruida por el tremendo bombardeo de la Luftwaffe en la Segunda Guerra Mundial.

      La colosal composición alterna el texto en latín genuino y propio de una misa de difuntos (a cargo de la soprano, gran coro y orquesta) con los poemas de Wilfred Owen (el "soldado poeta", fallecido poco antes de finalizar la primera guerra mundial), atribuidos a tenor y barítono con acompañamiento de orquesta de cámara. Finalmente, un tercer plano está a cargo del coro infantil con acompañamiento de órgano. El inglés Peter Pears y el alemán Dietrich Fischer-Dieskau estrenaron la obra, al objeto de simbolizar la reconciliación entre ambos bandos.

     A fin de levantar tan complejo edificio sonoro, regresaba al podio de la OCNE después de años de ausencia, el reputado director ruso Semyon Bychkov, que demostró su categoría de gran músico con una impecable labor. Sus señas de identidad fueron: sentido de la proporción, equilibrio, técnica y capacidad de construcción (los cambios de tempo y ritmo son constantes) y musicalidad impoluta, además de obtener un gran rendimiento de la orquesta y los coros intervinientes. Refinadísima la orquesta de cámara que acompañó a tenor y barítono en sus solos sobre los textos de Owen y poderosa, compacta y equilibrada en todas sus secciones, la Orquesta Nacional. Notable también la prestación del coro (reforzado por el de RTVE), de sonido amplio, vigoroso y empastado. A destacar, también, la estupenda prestación de la Escolanía segoviana de la Fundación D. Juan de Borbón, siempre afinada y que ofreció un sonido puro y angelical, que expresó perfectamente el clima de serenidad que le corresponde en la composición.

    Quizás pudo echarse de menos un punto más de emoción y transcendencia en la labor de Bychkov, pero cierto es que sería como rizar el rizo, en una obra tan complicada, que pide una gran capacidad de organización, concertación y construcción musical, sobresalientemente conseguida por el director de San Petersburgo.
    En cuanto a la labor de los solistas, Timothy Robinson posee la típica vocecita filiforme, petulante, ingrata, falsetera (insistentes fueron sus desvaídos falsetes en el Agnus Dei) y endeble de tenorino inglés. Si bien es innegable su musicalidad, afinación y habilidad para frasear los poemas de Owen. Todo ello en la línea de Pears, destinatario de la obra. También impecablemente sensible y musical, además de más consistente, el barítono David Wilson-Johnson (conocido en Madrid por su interpretación hace años de Merlin de Albéniz en el Teatro Real), pero de timbre mate y nasal, emisión retrasada, hueca y desigual. Muy sentida, sin embargo,  su interpretación, destacando la emoción y expresión de dolor y pesimismo en "None", said the other" del Libera Me y la unión posterior de su voz con la del tenor en el desolador "Let us sleep now".
     La soprano, cuya parte tuvo como destinataria a Galina Vishnevskaya, aunque fue sustituida en el estreno por Heather Harper -al no recibir la diva rusa permiso de las autoridades soviéticas-, ha de enfrentarse con el texto latino y el exuberante acompañamiento de enorme coro y gran orquesta. La eslovena Sabina Cvilak, colocada al lado del órgano, cantó con innegable gusto y luchó por hacerse oir entre tanto aparato sonoro, pudiéndose escuchar una voz de soprano lírica justa, de grato color, desguarnecida en el grave y apreciable despliegue en la zona alta.
 
 
 
Foto: Sheila Rock 
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