La Orquesta de Extremadura ofreció ayer noche su último concierto de temporada en el Palacio de Concresos de Cáceres. El conjunto extremeño, que interpretó la Sexta Sinfonía "Trágica" de Mahler a las órdenes de Miguel Romea, junto a la Orquesta Joven de Extremadura, fue recibida con muchos aplausos por un público que está viendo entre sorprendido y resignado cómo su orquesta de toda la vida se debate entre la tragedia de un ERE extintivo o la esperanza de un plan de estabilidad que, hace unos días, fue aprobado por unanimidad por el Parlamento Extremeño, respondiendo a una propuesta de IU. Los músicos, que subieron al escenario portando un lazo verde, en clara alusión a la esperanza depositada en un proceso tan largo como inestable, afrontan a partir de ahora un período de tiempo en el que reina la incertidumbre. La situación es grave, porque las posiciones entre los músicos y la representante de la Consejería de Educación y Cultura, Milagros Rodicio, no parecen encontrar puntos de entendimiento. En el limbo parece estar la propia consejera de Cultura, Trinidad Nogales que, o porque no la dejan o porque no quiere, nunca se ha hecho personalmente con las riendas de la situación de la orquesta, hasta el punto de no haber recibido a su Comité de Empresa. Así las cosas, la última palabra respecto al futuro de la OEX parece estar en manos del máximo representante político de la región: José Antonio Monago, presidente de la Junta de Extremadura. Mientras tanto, las muestras de solidaridad hacia la orquesta de entidades, aficionados y en las Redes Sociales crecen día a día.
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