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Crítica: Pablo Rus, al frente de la Orquesta de Córdoba y la Orquesta Joven de Córdoba

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Autor: José Antonio Cantón
23 de enero de 2024

Crítica del concierto de Pablo Rus con la Orquesta de Córdoba y la Orquesta Joven de Córdoba. En el programa, obras de Ferran Cruixent y Gustav Mahler

Pablo Rus

Anticipando la eternidad

Por José Antonio Cantón
Córdoba, 18-I-2024. Gran Teatro de Córdoba.  Orquesta de Córdoba (OC) y Orquesta Joven de Córdoba (OJC). Director: Pablo Rus. Obras de Ferran Cruixent y Gustav Mahler.

   El quinto concierto de abono de la OC de la presente temporada 2023 / 2024  ha tenido dos alicientes que lo han convertido en una cita obligada: el estreno absoluto de la obra Metaverse III del compositor Ferran Cruixent y la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler. Para su exposición se había elegido uno de los directores españoles más interesantes actualmente de su generación como es Pablo Rus, que también como invitado ya estuvo al frente de la orquesta en la pasada primavera.

   Ferran Cruixent ha querido tomar para esta composición una de las vanguardias tecnológicas como es el «metaverso», sistema electrónico acústico y visual con el que se crea un mundo virtual que puede hacerse interactivo con la realidad desde la experiencia de quien lo utiliza, llegando a unas sensaciones nuevas y estimulantes que sólo pueden asemejarse a las impresiones residuales que provienen del ámbito onírico. Siguiendo este postulado, ha desarrollado cuatro movimientos sinfónicos, atendiendo el encargo realizado conjuntamente por la Fundación SGAE, la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS) y la propia Orquesta de Córdoba.

   Planteada como un juego, tanto el director como la formación cordobesa entraron en la exposición del primer tiempo, Game Start, resaltando el espectral efecto de su estructura musical para poner así en situación al público, que percibía como elemento curioso la sonoridad de la pronunciación de un texto por los músicos, lo que implementaba de sugestiva forma su discurso como efecto revelador de la creación de una nueva consciencia paralela y simultánea a la natural y propia del ser humano. Esta separación de tan sustancial sentido de identidad quedaba reflejada en la estratificada instrumentación empleada, generándose una inquietante sensación que requería una atención expectante en el auditorio de cara a ir descubriendo el resto de la obra.

Ferran Cruixent

   En el segundo movimiento, Side A: Coupling, desde un particular impulso cromático interno bien trasmitido por el maestro Rus, el instrumento orquestal iba serenando las tensiones habidas anteriormente generándose un clima de infinitas dimensiones a través de la sección de cuerda que le daba un carácter de eterna musicalidad, momento clave de la obra donde el compositor conecta con esa esperanza de perenne y perpetua vitalidad que termina deseando indefectiblemente todo ser humano.

   Vuelve a basarse Ferran Cruixent en el color instrumental que deparan tres notas para exponer el mensaje que contiene la tercera parte, Side B: World on a wire. Ésta se ve destinada a una tensión de gran dramatismo, sólo interrumpida por la serenidad que destila el cuarteto de cuerda a modo de trío estructural dentro de su discurso, que predispone a un trágico final que se encadena con el fin de la exposición de la obra titulado Game over, en la que su desarrollo termina con una especie de lógica a la vez que esperada y deseada conclusión, dejando la sensación final de una creación musical bien proporcionada en sus movimientos y en su conjunto, quedando de manifiesto el oficio maestro en instrumentación de Ferran Cruixent y la convicción en el mensaje transmitido a través de la música, que lleva a pensar en un éxito continuado de la obra tanto en sí estéticamente como de público, en línea con su admirado concierto para percusión y orquesta Focs d’artifici, que se ha instalado desde su composición el año 2008 dentro del mejor repertorio de este género concertante. Sin duda, este estreno ha de representar uno de los momentos más relevantes de la actual temporada de la OC, por la bondad de sus pentagramas y resultado de su interpretación. Con mejores posibilidades acústicas que las que ofrece el Gran Teatro de Córdoba la obra está llamada a ganar una admirable solidez formal e intencional.

   La Quinta sinfonía de Gustav Mahler supone un decisivo tránsito a la madurez creativa de este enorme sinfonista. Por los recursos instrumentales que requiere, la OC ha sido implementada por miembros la Orquesta Joven de Córdoba para su interpretación. Lo más relevante de ésta ha sido el trabajo de preparación y acción desarrollado por el maestro Pablo Rus sustentado en una experiencia adquirida en su trayectoria internacional, de modo especial en Estados Unidos, donde ha desarrollado una reconocida y valorada labor con la Seattle Symphony.

   Con un atento sentido analítico, este director valenciano ha encontrado siempre el complejo sentido discursivo del autor generando una mayor atención en su expresiva lectura del famoso Adagietto, viniendo a contrastar las irregulares tensiones ofrecidas por la orquesta en el Scherzo anterior. Sirvió para desembocar en una mejor exposición del rondó final de la obra, en el que la conjunción de ambas formaciones (OC y OJC) parecía confluir con mejor respuesta. Con todo, hay que decir que se han asumido muchos riesgos para afrontar una obra de esta envergadura estética dadas la limitaciones acústicas de un teatro de herradura, la limitada dimensión instrumental de la OC y el corto tiempo disponible de ensayos para desarrollar el exigente trabajo técnico y conceptual de integración con una orquesta de jóvenes.

Foto  Ferran Cruixent: Orquesta de Córdoba

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