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Crítica: «Tristán e Isolda» en el Teatro Cervantes de Málaga

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Autor: Raúl Chamorro Mena
30 de septiembre de 2025

Crítica de Raúl Chamorro Mena de la ópera Tristán e Isolda en el Teatro Cervantes de Málaga, bajo la dirección musical de Pedro Halffter y escénica de Allex Aguilera

«Tristán e Isolda» en el Teatro Cervantes de Málaga

Wagner irrumpe en Málaga con un estimable Tristán

Por Raúl Chamorro Mena
Málaga, 28-IX-2025, Teatro Cervantes. Tristán e Isolda (Richard Wagner). Michael Weinius (Tristán), Liliana Haroutounian (Isolda), Clémentine Margaine (Brangania), Marcus Eiche (Kurwenal), Marco Mimica (Rey Marke), Moisés Marín (Melot/Marinero), Luis Pacetti (UN pastor). Coro titular del Teatro Cervantes. Orquesta Filarmónica de Málaga. Dirección musical: Pedro Halffter. Dirección de escena: Allex Aguilera

   La programación en una ciudad de escasa tradición, no sólo Wagneriana, en general de ópera alemana, de una obra maestra de la dimensión de Tristan und Isolde puede considerarse, tanto un reto, como un acontecimiento. 

   Esta fascinante creación, más que de la idea de drama musical como “obra de arte total”, una acción escénica, como la denominó su autor, consagra el concepto más trascendente de amor romántico, en su sentido filosófico- metafísico, que sólo puede plasmarse en otra dimensión. Las criaturas de la noche, los dos protagonistas que amparados en la oscuridad escapan al orden y la disciplina, a la incomprensión y vulgar moral de la comunidad y abrazan la muerte como destino inexorable y, al mismo tiempo, “supremo deleite”.

«Tristán e Isolda» en el Teatro Cervantes de Málaga

   Pedro Halffter, consciente de las limitaciones de la orquesta con la que contaba y la consiguiente imposibilidad de lograr ese sonido denso, esos bloques sonoros, que pueden ofrecer en este repertorio otras orquestas de mayor calidad y afinidad Wagneriana, se centró en sacar adelante la obra con un hondo trabajo con la Filarmónica de Málaga. De tal modo, Halffter logró una estupenda respuesta de la orquesta, un sonido con la suficiente calidad, vigor, empaste y color, para hacer justicia a la fascinante partitura. No se podían esperar también amplitud y variedad de detalles, matices o nuances, pero a pesar de unos tempi a veces irregulares -algunos pasajes morosos y alguna brusca aceleración- firmó un discurso orquestal de apreciable factura, sin fallos y que mantuvo una sólida tensión músico-teatral. Buena prestación del coro en su corta intervención.

   Liliana Harotunian es una soprano lírico-spinto de estimable caudal, y un sonido potente y particularmente timbrado en la zona centro-aguda con notas plenas y de apreciable robustez en la zona de paso, sí bien el agudo extremo atesora más timbre que punta. La soprano armenia demostró entrega sin tasa y garra en escena en una vibrante caracterización de la Isolda vengativa y ofendida del primer acto. Intensamente enamorada en el segundo -apurados los Does 5 del dúo de amor- y transfigurada en la sublime muerte de amor del final de la obra. Una Isolda de mucho respeto.

   Notable, asimismo, la Brangania de Clémentine Margaine. Voz amplia, caudalosa, equilibrada de registros, que llenó hasta el último rincón de la sala, de justas dimensiones, bien es verdad. Estupendos fueron sus avisos a los amantes del acto segundo con notas largas y mantenidas con la debida firmeza. Como intérprete resultó intensa y comprometida toda la velada.

   Muy lírico y de justa proyección el material del tenor Michael Weinius, más bien prudente en el primer acto, donde el sonido no terminó de liberarse. El temible acto tercero siempre está presente para los tenores en esta ópera. A partir del final del segundo, el tenor sueco fue a más, siempre con una respiración y apoyo sobre el aire un tanto irregulares, que no le permitían rematar las frases. No se puede negar su entrega en el tercer acto y que lo sacó adelante con dignidad a pesar de los muchos apuros.

«Tristán e Isolda» en el Teatro Cervantes de Málaga

   El Rey Marke expresa su dolor por la traición de Tristán, conducta que no entiende, que no puede asumir, con enorme dignidad e innegociables expresión patricia y áulica en su sublime perorata del segundo acto. Nada de eso ofreció Marco Mimica, de modos plebeyos y voz sonora, pero falta de la rotundidad exigida.

   Muy gris vocalmente Marcus Eiche en un Kurwenal con el que el público no empatiza, a diferencia de lo que suele ocurrir, por resultar más chulesco, que noble, fiel y devoto a Tristán. 

   Moisés Marín se está convirtiendo en un secundario imprescindible en los teatros españoles. En esta ocasión, lució su grato timbre y fondo musical en su doble papel de Melot y el marinero.

   La producción de Allex Aguilera presenta una escena fundamentalmente desnuda con proyecciones al fondo del escenario -mar, bosque, así como el filtro, corona y espada como elementos simbólicos-. Desde luego, la somera dirección de actores no intenta superar el estatismo de la obra y deja a los artistas a su libre albedrío. En cualquier caso, un montaje sobrio, con apreciable vestuario y que sirve a la obra con eficacia y sin espacio para las ocurrencias delirantes. En definitiva, una disfrutable y dignísima función de Tristan und Isolde, título casi inédito en Málaga. 

Fotos: Daniel Pérez / Teatro Cervantes

«Tristán e Isolda» en el Teatro Cervantes de Málaga
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