Crítica de José Antonio Cantón de la ópera Werther de Massenet, ofrecida en el Teatro Cervantes de Málaga
Sustancial Werther de Ismael Jordi
Por José Antonio Cantón
Málaga, 30-XI-2025. Teatro Cervantes. Ópera Werther de Jules Massenet. Ismael Jordi, Rihab Chaieb, Alfonso Mújica, Aitana Sanz, Fernando Latorre, José Antonio Ariza, Luis Pacetti, Clara Fernández Lozano y Manuel Sánchez Bello. Dirección de escena; Paul-Émile Fourny. Pueri Cantores Málaga. Orquesta Filarmónica de Málaga. Dirección musical: Audrey Saint-Gil.
Desde un planteamiento musical serio y solícito de la directora francesa Audrey Saint-Gil y un agraciado y sólido encuentro del tenor jerezano Ismael Jordi con ese personaje crucial del arte lírico del país galo como es el protagonista del Werther de Jules Massenet, la representación de esta ópera, ocupando la esperada segunda cita de la presente temporada lírica del Teatro Cervantes de Málaga, ha significado todo un acierto por el respetuoso tratamiento orquestal de la melodía delicada, sensual y encantadora de este compositor desde un sentimiento muy definido de romanticismo tardío en el que funde su inspiración musical con el realismo dramático de finales del siglo XIX favorecido por un convincente y continuo sentimentalismo de corte wagneriano, que no ha hecho sino justificar el simbolismo que ha plasmado el dramaturgo belga Paul-Émile Fourny proponiendo la escenificación en un lienzo de gran formato, que sugería en algunos de sus cuadros el surrealismo de René Magritte, como fondo donde desarrollar la acción, ámbito que se podía traspasar para ocupar el proscenio en los momentos destacados de este drama lírico en cuatro actos. Interesante idea que le confería curiosa originalidad a esta producción escénica de la Opéra-Théâtre de L’Eurométropole de Metz.
Con una dirección musical clara y decidida puesta al servicio de una transparente línea de canto, tan necesaria para favorecer el gran aliento romántico que se mantiene a lo largo de la partitura, Audrey Saint-Gil predispuso a la mezzo-soprano tunecino-canadiense Rihab Chaieb ha adaptar su carácter vocal, que se podría categorizar falcon, entre un rango de tesitura de graves acompañados por un centro amplio y los agudos más destacados de su cuerda, como se pudo percibir en la famosa escena de la cartas del tercer acto con el canto del aria Werther! Qui m'aurait dit la place en la que consiguió un alto grado de emocionalidad lírica, o en el patético dúo final con el que Charlotte confiesa su amor eterno a Werther, ya moribundo, momento culminante de la ópera en el que hay que resaltar la exquisita sonoridad que, desde el foso, impulsaba el sentido infalible de la música realzando el hálito canoro de la cantante en tan trágico momento.
En referencia a Ismael Jordi hay que valorar esta su primera aproximación escénica a tan gran personaje de la ópera romántica francesa como es Werther, genialmente llevado al mundo de la gran lírica desde el no menos genial pensamiento romántico literario de Johann Wolfgang von Goethe. El primer aspecto a destacar ha sido cómo ha reflejado en todo momento la personalidad inestable del personaje, alternando grandes momentos de expansión poética con otros de casi insuperable desesperación como el que se produce en el aria del segundo acto J'aurais pressé sur ma poitrine cuando Werther se percata de que su amada Charlotte está recién casada con Albert, pasaje determinante en cuanto a interiorización de este sentimiento por parte del tenor jerezano impulsado por una orquesta que se manifestaba con enorme destreza expresiva, convirtiéndose así en uno de los momentos estelares de esta representación y de la actuación de Ismael Jordi, y que tuvo su alternativa en la famosa aria del tercer acto Pourquoi me réveiller que la cantó con el añadido dramático de un turbado embeleso que dejaba de manifiesto el estado de sólida madurez por el que está transcurriendo la carrera de este cantante en la actualidad, con capacidad suficiente para superar la opulencia orquestal en cuanto a dinámica, penetrando con resolutiva definición del timbre de su voz el sonido instrumental. Seguramente, la actuación de este tenor en esta producción quedará como un referente a recordar en su carrera como experiencia llamada a enriquecerse con futuras aportaciones líricas y dramáticas que le llevarán a convertirse uno de los mejores Werther de su generación, aspirando a recoger el testigo inigualable que dejó el mítico Alfredo Kraus en el personaje central de esta ópera.
Del resto del elenco cabe hacer referencia al buen tono vocal del barítono uruguayo Alfonso Mújica en el papel de Albert, el predestinado esposo de Charlotte, algo maduro y serio en su vis dramática que le daban definición emocional de ser un marido no amado, y el personaje de Sophie a cargo de la soprano ligera valenciana Aitana Sanz, apuntando ese difícil matiz de vocalizar con destreza expresiva la ingenuidad truncada, sin caer en momento alguno en la más mínima cursilería. Los demás elementos secundarios estuvieron bien perfilados siguiendo el planteamiento pictórico de la dirección de escena implementada por las ideas más que interesantes que dejó el que fuera renombrado escenógrafo belga Benoît Dugardyn, plasmando su particular huella en esta producción.
En cuanto a la orquesta hay que valorar su adecuada prestancia a la complejidad de la partitura, muy bien analizada y montada por Audrey Saint-Gil como sustrato necesario y fiel reflejo de la belleza, emoción, intimismo y expresividad que pide el argumento goethiano, que traduce el destino trágico de los protagonistas en sonoridad del más sustancial romanticismo tardío, como se pudo disfrutar en pasajes como el intenso interludio del tercer al cuarto acto, el aria Les larmes qu’on ne pleure pas del tercer acto a cargo de Charlotte, o el delicado tratamiento dado a los sones de Navidad bien expresados por la escolanía de los Pueri Cantores Málaga, dirigidos con naturalidad por su fundador, Antonio del Pino, creando la ambientación escénica inicial de esta ópera, en la que Ismael Jordi ha encontrado la idealidad de su primer encuentro escenificado con el personaje de Werther como aspiración necesaria de su ser y calidad de tenor lírico-ligero.
Fotos: Carlos Díaz
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