DE CUENTO
Cendrillon (Jules Massenet). Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 22 y 23 de Diciembre de 2013. Karin Deshayes/Joyce Di Donato (Lucette), Michèle Losier/Alice Coote (El Príncipe), Doris Lamprecht/Ewa Podles (Madame de la Haltière), María José Moreno/Annick Massis (El Hada Madrina), Marc Barrard/Laurent Naouri (Pandolfe), Cristina Obregón (Noèmie), Marisa Martins (Dorothée), Isaac Galán (El Rey). Dirección musical: Andrew Davis. Dirección de escena. Laurent Pelly. Escenografía: Barbara de Limburg.
Llegaba por fin al Liceu después de su estreno en 1899, la
Cendrillon de
Massenet, una composición, en la que el gran compositor francés nos presenta una creación muy
fin de siècle en la que el inspirado melodismo y la orquestación colorista y sensual, tan propios, se funden con elementos del
settecento, así como con la expresión del gusto, típico de la época, por el mundo fabulesco, sobrenatural y feérico. A
Andrew Davis se le podrá reprochar no ser un experto y genuino acompañante de las voces, pero tampoco las tapó y resultó indudable su capacidad para crear tensiones, atmósferas y clímax. Asimismo extrae un buen sonido de la orquesta y su labor resultó siempre refinada, delicada y detallista, algo siempre esencial en la ópera francesa. Destacaron el interludio previo a la salida del hada, en el que el carácter mágico del momento resultó perfectamente conseguido, así como el sostén orquestal de los dos dúos entre Lucette y el príncipe azul, donde encontramos esos clímax de gran y apasionado lirismo tan propios del compositor nacido en Saint-Étienne. Delicadísimo resultó, asimismo, el terceto interno de laúd, flauta y viola de amor del acto segundo, pleno de aromas del
settecento francés.
En la función del día 22 correspondiente a la segunda distribución, el hada madrina interpretada por
María José Moreno llenó de magia el escenario y toda la sala. Frescura, espontaneidad, encanto y feminidad apoyadas en un timbre purísimo, cristalino, luminoso, siempre liberado y de gran proyección. La voz, siempre muy alta de posición, ha ganado algo de cuerpo en el centro, pero conserva toda su frescura. Pasmosa la facilidad con la que desgranó brillantísimos sobreagudos, arpegios, notas picadas, escalas...logrando en su escena del acto tercero, en la que resolvió con gran precisión las series de
staccati y efectos eco, una espontánea ovación del público a pesar de no haber interrrupción de la música. Ya va siendo hora que los teatros españoles y sus dirigentes tomen nota de esta soprano con más de 16 años de carrera y que se encuentra en su cúspide vocal y artística. En la función del día 23 el hada también encontró una buena intérprete en la francesa
Annick Massis, que mostró un indudable control y pericia para la regulación del sonido, así como un bien engrasado mecanismo para la coloratura, si bien su hada, además de más justa de presencia sonora y
squillo, careció de la frescura y espontaneidad de la soprano granadino-madrileña.